Educando desde el ajedrez
¿Por qué introducir el ajedrez en el aula?
Los beneficios que pueden obtener los
alumnos cuando participan en programas de ajedrez bien estructurados en
horario extraescolar pueden ser tanto cognitivos como socioemocionales.
En un estudio reciente realizado en
colegios de Tenerife (poco tiempo después el Parlamento de Canarias
aprobó por unanimidad incluir el ajedrez en la enseñanza primaria y
secundaria) en el que participaron 170 alumnos con edades entre los 6 y
los 16 años, se comprobó que aquellos que formaron parte de un programa
de ajedrez semanal obtuvieron mejoras cognitivas y conductuales respecto
a los alumnos que eligieron el fútbol y el baloncesto como actividades
extraescolares (Aciego et al., 2012). Las mejoras cognitivas se vieron
reflejadas en pruebas de atención, autocontrol, organización perceptiva,
rapidez, planificación y previsión, mientras que las mejoras
conductuales se percibieron en las relaciones con los demás, en la
capacidad para afrontar los problemas o en la satisfacción mostrada ante
los estudios, hecho confirmado tanto por los profesores como por los
propios alumnos. Los autores de esta investigación comentaron que el
ajedrez constituye una herramienta pedagógica muy potente porque mejora
las capacidades cognitivas del niño o del adolescente y, además, incide
muy positivamente en su desarrollo personal y social.
Aunque la anterior investigación refleja
la evolución positiva del alumno durante el curso escolar, podría
objetarse, debido a su diseño cuasi experimental en el que no existe una
asignación aleatoria de los participantes a los grupos de control y
experimental, que la mejora de las capacidades cognitivas del alumno no
se debe al programa de ajedrez si no que los alumnos que lo eligieron
voluntariamente ya poseían esas mejores capacidades. Sin embargo, ya
existen estudios con diseños experimentales aleatorizados que confirman
los resultados anteriores, incluso cuando estos programas se han
integrado directamente en el currículo escolar, incidiendo positivamente
en disciplinas concretas como en el caso de las matemáticas.
Kazemi y sus colaboradores (2012)
realizaron un estudio en escuelas iraníes en el que participaron alumnos
de primaria y secundaria. El grupo experimental estaba formado por 86
alumnos elegidos aleatoriamente que participaron en un programa de
ajedrez que duró 6 meses mientras que el grupo de control lo formaban 94
alumnos también elegidos al azar. Los resultados reflejaron una clara
mejora de los participantes del programa durante el curso, a diferencia
de los integrantes del grupo de control, tanto en pruebas matemáticas
(ver figura 2) como en otras específicas que evaluaban las capacidades
metacognitivas de los alumnos.
Estos resultados han sido confirmados por
otro estudio posterior realizado en las ciudades italianas de Asti y
Bérgamo en el que participaron 568 niños, con edades entre los 8 y los
10 años, en el que 412 de ellos recibieron clases de ajedrez como una
asignatura más durante todo el curso académico (Trinchero, 2013). A
diferencia del grupo de control, los alumnos que recibieron el
entrenamiento de ajedrez obtuvieron una mejora modesta pero
estadísticamente significativa en pruebas matemáticas de resolución de
problemas que era proporcional al nivel ajedrecístico alcanzado durante
el curso. Estos resultados fueron justificados por el propio autor
atendiendo a que el ajedrez permite a los alumnos mejorar su capacidad
de concentración, la cual es necesaria para leer e interpretar de forma
adecuada los enunciados de los problemas, y adquirir una mayor capacidad
metacognitiva que posibilita análisis y evaluaciones más rigurosos
durante el proceso de resolución. Y estas mismas mejoras en el contexto
de las competencias matemáticas pueden darse también en alumnos con
necesidades educativas especiales (Barret y Fish, 2011).
En una extensa revisión realizada por
Nicotera y Stuit (2014) sobre los estudios publicados hasta la fecha,
los cuales han sido clasificados atendiendo a la calidad del diseño
experimental (el nivel 1 corresponde al diseño controlado aleatorizado
que es el de más calidad), han encontrado efectos estadísticos positivos
de los programas de ajedrez integrados en el currículo escolar que han
evaluado pruebas cognitivas (figura 3) o los efectos sobre el
rendimiento académico y las matemáticas (figura 4). En la práctica,
cuando la medida estadística del tamaño del efecto supera el valor de
0,40 se considera efectiva la intervención..
Aunque los resultados de los estudios
recientes son positivos, estamos a la espera de nuevas investigaciones
que se están realizando en España y en Inglaterra. En concreto, el
estudio de Inglaterra corresponde a una evaluación del programa Chess in Schools
que asignará de forma aleatoria 100 escuelas de primaria de diversas
ciudades inglesas a los correspondientes grupos experimental y de
control (50 y 50) y en el que intervendrán 3000 alumnos aproximadamente.
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